¿Y si la primera mujer no fue Eva… sino Lilith, la que se negó a obedecer y eligió ser libre aunque el precio fuera el destierro eterno?
CUANDO LILITH ME ENCONTRÓ
No fui yo quien la buscó. Fue ella quien me encontró.
Estaba en un círculo de mujeres hermosas, compartiendo energía, escucha, vulnerabilidad… cuando su nombre surgió por primera vez: Lilith. La primera mujer. La olvidada. La insumisa. Incluso apareció en una de las cartas del oráculo que utilizamos.
Y algo dentro de mí se estremeció. Su historia, que no conocía, me pareció la de una vieja amiga que regresaba de muy lejos. ¿Sabes cuando sientes un déjà vu? Pues fue algo así. Sentí que me hablaba desde un lugar profundo, ancestral, como si su rebeldía estuviera viva también en mí. Y en ese instante solo podía pensar en investigar su historia y escribir sobre ella, para que el mundo la conociera.
Lilith fue la primera mujer, creada del mismo polvo que Adán, como su igual. No fue moldeada de su costilla, como Eva. Fue su compañera.
Pero cuando Adán quiso imponerse a ella, Lilith se negó. Rechazó someterse. Pronunció el nombre secreto de Dios… y huyó del Edén.
Eligió el exilio antes que la sumisión.
Y por eso fue borrada de la historia.
De espíritu del aire a demonio maldito
Más tarde, en los textos hebreos, Lilith aparece como la primera esposa de Adán, tal como lo recoge el Alfabeto de Ben Sira (siglo X). Fue creada del mismo polvo que él, como su igual. Pero cuando Adán quiso imponer su voluntad, especialmente en el acto sexual, Lilith se negó a acostarse debajo de él. Reclamó igualdad. Exigió ser tratada con el mismo valor. Y cuando no lo consiguió, pronunció el nombre secreto de Dios - un acto de poder prohibido - y huyó del Edén.
Entonces, según el mito, Dios envió a tres ángeles: Senoy, Sansenoy y Semangelof, con la orden de traerla de vuelta. La encontraron cerca del Mar Rojo, y le advirtieron que si no regresaba, cien de sus hijos morirían cada día como castigo. Pero Lilith se mantuvo firme. Prefirió el exilio, la pérdida, el rechazo... antes que renunciar a su libertad.
Y así comenzó su transformación en demonio.
En los siglos posteriores, el relato fue evolucionando - o más bien, degradándose - desde la figura de una mujer libre a la de un ser maligno. En la tradición rabínica y la demonología medieval, Lilith se convirtió en una criatura que mataba recién nacidos, seducía hombres mientras dormían y paría hijos demoníacos. En los amuletos y exorcismos del folclore judío, se la temía como una amenaza a la vida familiar, como si todo lo que representara una mujer autónoma fuera, por definición, peligroso.
Lilith fue convertida en todo lo que el orden patriarcal necesitaba rechazar:
El deseo femenino.
La independencia.
El poder sexual.
La desobediencia.
¿Y qué mejor forma de anular a una mujer que no se deja someter… que convertirla en un monstruo?
¿Y qué revela esto? Que una mujer que elige su libertad no tiene sitio en el paraíso de los obedientes, pero sí puede reinar en los márgenes.
Donde otros ven castigo, ella encontró su reino.
Lilith como símbolo: lo que incomoda es lo que libera
Lilith es mucho más que una figura antigua. Es un arquetipo.
El de la mujer que no acepta ser definida por otros.
El de la fuerza que habita en el fondo del alma femenina y que durante siglos ha sido reprimida, temida y silenciada.
Durante milenios, la historia la convirtió en lo que los hombres no podían controlar: madre de demonios, símbolo del mal, amenaza constante. Pero esa narración no nació de los hechos… sino del miedo.
Miedo a la mujer que elige, a la que se niega a obedecer, a la que no necesita permiso para existir.
Por eso hoy, Lilith ha sido recuperada por el feminismo y por la espiritualidad femenina como un faro. Un símbolo. Una guía.
En astrología, Lilith representa el punto lunar oscuro, lo oculto, lo que reprimimos pero también lo que puede liberarnos.
Lilith es la Sombra que también somos.
El deseo que no decimos.
La rabia que no mostramos.
La libertad que tememos.
El legado de una mujer que no obedeció
Lilith nos enseña que no todas las mujeres quieren el paraíso si, para conseguirlo, deben renunciar a su voz y a su sentir.
Que, a veces, hay que huir para encontrarse.
Que hay una fuerza salvaje, ancestral, luminosa y feroz que late en nosotras, incluso cuando la hemos olvidado.
Hoy entiendo que Lilith no fue castigada por ser mala…
Fue castigada por ser libre.
Y en un mundo que aún nos exige obediencia, su figura sigue siendo un acto de insumisión, un espejo y una herida abierta.
Lilith no es solo historia.
Es fuego.
Es viento.
ES LIBERTAD.
Es un susurro que dice: “no estás sola.”
PARA TI, MUJER SALVAJE
Si alguna vez te han llamado demasiado intensa, demasiado libre, demasiado sexual…
Si alguna vez te sentiste fuera de lugar por querer algo más que lo permitido…
Si alguna vez elegiste el camino difícil, el que no se aplaude, pero te hace auténtica…
Lilith está contigo.
Y tú, como ella,
no naciste para obedecer.
Naciste para recordar quién eres y ser libre
Este artículo se basa en conocimientos adquiridos a través de diversos artículos leídos en:
https://es.wikipedia.org/wiki/Lilit
https://archivoshistoria.com/mitologia-en-el-judaismo-el-mito-de-lilith-y-el-castigo-a-la-mujer-rebelde/
https://www.revistamirabilia.com/sites/default/files/ars/pdfs/06._morueco_omullony_0.pdf
- Ilustraciónes:
Dante Gabriel Rossetti (1828-1882). Metropolitan Museum of Art, Nueva York.
Lilith, de John Colter (1892)
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