Este artículo es el quinto - y último - de una serie que nace de una transformación profunda. Una transformación que comenzó en lo físico, en lo que tocamos, comemos o respiramos... y que, poco a poco, me llevó a mirar hacia adentro.
Porque si algo he aprendido en estos años es que la toxicidad no está solo en los productos: también puede habitar en nuestros pensamientos, emociones, creencias… y en cómo nos hablamos.
Y sí, este es el artículo que más ilusión me hace escribir. Porque es el que más me toca. Porque habla de lo invisible. Porque aquí es donde yo más he cambiado.
UN CIERRE CON ALMA (y con historia)
Esta serie Vida Low Tox ha recorrido cinco grandes áreas que, para mí, han marcado un antes y un después:
💜La cocina
💜Los productos de limpieza
💜La alimentación
💜La cosmética
💜Y este último: los pensamientos.
Este punto no es “el extra” - es el núcleo. Porque lo que no vemos, muchas veces es lo que más pesa.
Yo soy una persona sensible, extremandamente sensible, ahora se nos llama PAS y la ansiedad ha sido mi compañera desde que tengo uso de razón. Y aunque durante años intenté “arreglarla” desde fuera, fue cuando comencé un camino de autoconocimiento y espiritualidad cuando todo empezó a cambiar. Y cuando entendi que a veces es mejor aceptar y dejar fluir. Dejar el control para sentirte libre.
Tuve un despertar espiritual que nació - como tantos otros - a raíz de una enfermedad. Pero creo que en realidad empezó antes, cuando conecté con la naturaleza y los aceites esenciales, allá por 2020. Sentí que algo se abría en mí. Que algo quería florecer. Que lo sutil también era real.
LOS QUE ILUMINARON MI CAMINO
Este camino no lo hice sola.
Y no me refiero solo a personas cercanas, sino a aquellos autores, referentes y voces que me acompañaron desde sus libros, sus vídeos, sus podcasts… y que, sin saberlo, me ayudaron a reconstruirme por dentro y aún siguen haciendolo.
Uno de los primeros fue Borja Vilaseca, con su famoso eneagrama. Recuerdo descubrir mi tipo de personalidad y sentir que, por primera vez, alguien ponía palabras a lo que siempre había sentido. Entendí que no era un bicho raro, que había un mapa para comprenderme. Durante una etapa, no podía parar de leerlo, escucharlo, absorber todo lo que decía. Hoy ya no conecto tanto con su energía, pero su papel fue fundamental. Me ayudó a verme con más claridad.
Después llegaron otros faros, cada uno desde un lugar distinto, pero todos con algo en común: me hicieron pensar, sentir y despertar.
✨ Maite Isa, con su forma de hablar de la manifestación desde la energía femenina, me enseñó a confiar en la suavidad, en la intuición y en el merecimiento como fuerza creadora.
✨ Joe Dispenza, que desde la neurociencia y la física cuántica plantea cómo cambiar tu realidad desde el pensamiento y la coherencia interna. Sus libros son intensos y densos - al menos para mí -, pero cada frase que comprendo me abre una puerta nueva.
✨ Deepak Chopra, que siempre me ha parecido un ser de luz. Su manera de unir salud, conciencia y espiritualidad me ofreció una mirada más profunda y amable sobre el cuerpo, la mente y el alma. Su voz me hipnotiza.
✨ Mario Alonso Puig, con esa capacidad única de unir ciencia, psicología y sabiduría humana. Me ha dado herramientas muy valiosas para gestionar la mente desde el cuerpo… y viceversa.
✨ Enric Corbera, con su enfoque desde la bioneuroemoción, me hizo mirar los conflictos desde otro lugar. Me enseñó que detrás de cada síntoma, de cada patrón, hay algo que pide ser visto, comprendido, liberado.
✨ Marian Rojas Estapé, tan clara y tan precisa, que te explica cómo el cortisol, los traumas y la infancia siguen teniendo efectos hoy en tu energía, tus decisiones y tu bienestar. La escucho y entiendo a mi sistema nervioso como nunca antes.
✨ Y, cómo no, Sergio Fernández, a quien medio en broma, medio en serio siempre digo que es mi religión. Tiene esa mezcla de lucidez, humor y sentido práctico que me atraviesa. Dice verdades como puños y, sobre todo, te hace asumir responsabilidad. No desde la culpa, sino desde el poder personal. Ahora mismo es la persona que me inspira más y conecta más con mi energia.
⇨Un libro que lo cambió todo:
Entre tantos libros que han pasado por mis manos, hay uno que me dejó una huella profunda: “La desaparición del universo”, de Gary Renard.
Yo, que me he considerado atea toda la vida, leía sus páginas y sentía que algo se recolocaba dentro de mí. No porque me hablara de religión, sino porque me ofrecía una visión completamente nueva del universo, del alma, del propósito.
Ese libro no me hizo creer en un dios concreto. Me hizo entender que todo lo que existe tiene una raíz espiritual. Que no estamos separados. Que el amor, la conciencia y el perdón no son solo palabras bonitas: son llaves para vivir con más verdad.
Y aunque no es un libro fácil - de hecho, hay partes que tuve que releer varias veces -, fue un punto de inflexión. Me abrió la puerta a lo invisible. A lo sutil. A lo que no se ve pero transforma.
Y desde ahí, empecé a entender que creer no tiene que ver con seguir algo externo… sino con empezar a confiar en ti misma.
Aún tengo pendiente el Curso de milagros, cuando llegue el momento...
⇨Gracias a quienes caminan conmigo:
Más allá de autores, libros y grandes referentes, hay algo que para mí tiene un valor incalculable: las personas que me acompañan cada día.
La mayoria de ellas son mujeres - aunque también hay algun hombre - que han aparecido en mi vida de forma mágica, casi sin buscarlo. Y hoy son verdaderos regalos del universo.
Amigas, mentoras, compañeras, maetras… personas con las que siento conexión profunda, que me inspiran, me escuchan, me sostienen o simplemente me recuerdan quién soy cuando se me olvida.
Siento que cuanto más despierta estoy, cuanto más brillo desde lo que soy, más atraigo a personas que vibran en la misma frecuencia. Y eso, para mí, no es casualidad: es coherencia.
Así que si estás leyendo esto y te reconoces en ese camino, si has cruzado conmigo en algún tramo de esta aventura… gracias.
Por mostrarme que no estamos solas.
Por recordarme que despertar no es aislarse: es empezar a rodearte de verdad.
ESPIRITUALIDAD REAL: con los pies en la tierra
A estas alturas, ya no me importa si crees en Dios, en el universo, en los ángeles o en la energía cuántica.
Lo que importa es lo que te conecta contigo. Lo que te da paz. Lo que te ayuda a volver a ti cuando te sientes perdida.
Para mí, eso es espiritualidad. La que no etiqueta, no exige, no pretende. Solo acompaña. Solo te recuerda - con suavidad - que la calma y estar en armonia siempre empieza dentro.
Y en este camino hacia una vida más consciente, más limpia y más tú, hay algo que no podemos ignorar: los pensamientos también intoxican.
Puedes tener la cocina perfecta, la mejor cosmética y un hogar sin químicos, pero si te repites a diario “no soy suficiente”, “no llego”, “debería hacerlo mejor”… entonces la toxicidad ya está dentro.
Y lo peor es que te lo acabas creyendo. Y tu cuerpo también lo siente.
La buena noticia es que también se puede limpiar por dentro. No desde el control, sino desde el amor.
PSICOAROMATERAPIA: más que aroma, una herramienta de transformación
Los aceites esenciales llegaron a mi vida como una herramienta natural.
Al principio, los usaba exclusivamente como alternativa cosmética: para hacerme mis propias cremas, desodorantes o tónicos. Me gustaba su olor, su textura, su origen natural… pero no iba más allá. Hasta que empecé a ver lo que eran capaces de hacer a nivel físico: aliviar una inflamación, apoyar el sistema inmune, mejorar el descanso… y ahí ya me fascinaron.
Pero lo que realmente cambió todo fue descubrir su poder emocional.
Y en eso se basa hoy gran parte de mi trabajo y de mi propósito: en acompañar procesos emocionales a través de los aceites. Porque he vivido en mí - y en muchas personas cercanas - lo que pueden hacer cuando se usan con consciencia y presencia.
A veces, basta con inhalar directamente desde el frasco alguna de mis sinergias preferidas para volver al centro. O aplicarme una gota en el pulgar y llevarla al paladar durante 30 segundos. Este gesto, tan simple, me ha ayudado incluso a frenar ataques de pánico.
No hace falta entenderlo todo para sentir su efecto.
No es solo magia. Es química. Y es conexión.
Y cuando algo así te ayuda a volver a ti en momentos en los que todo parece tambalearse… se vuelve una herramienta de vida.
SANAR PENSAMIENTOS TAMBIÉN ES VIDA LOW TOX
Este artículo no es solo un cierre. Es una apertura.
Porque cuando limpias tu mundo interno, todo lo demás - lo físico, lo visible, lo cotidiano - empieza a ordenarse solo.
Sanar pensamientos no es un extra: es el centro.
Y si algo he aprendido en este camino, es que nada cambia fuera si no cambia dentro.
Así que sí, puedes empezar dejando los químicos. Pero si algún día decides mirarte por dentro con amor, con presencia, con honestidad…
Ese será, sin duda, el verdadero inicio.
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